El oro no aburre
En algún momento de estos últimos 4 ó 5 años, llegué a pensar que la tendencia era hacer desaparecer las joyas de oro amarillo, y darle preponderancia a las del blanco.
No era mucha novedad revisar las joyas de Chanel (de las cuales jamás olvidaré las que se lanzaron paralelamente con la colección crucero que odio), o incluso mirar cómo andan los relojes en Cartier, si la memoria no me falla hasta el Tank Americano es de oro blanco, o al menos su mayoría lo es.
Pero como siempre Bulgari trae esperanza a mi vida, y me recuerda que siempre habrá un espacio para el tradicional oro amarillo. En una de mis pasadas, me encontré con una pulsera, que no puedo describir lo perfecta que es con palabras: una esmeralda gigante, rodeada de dos pequeñas y cientos de diamantes incrustados en oro amarillo.
Simplemente una obra de arte, que pocas tendrán el lujo de lucir en sus muñecas, y que a pesar de lo difícil que es darme en el gusto, en cosas que no voy a comprar, quedé con la boca abierta.
Pero como siempre Bulgari trae esperanza a mi vida, y me recuerda que siempre habrá un espacio para el tradicional oro amarillo. En una de mis pasadas, me encontré con una pulsera, que no puedo describir lo perfecta que es con palabras: una esmeralda gigante, rodeada de dos pequeñas y cientos de diamantes incrustados en oro amarillo.
Simplemente una obra de arte, que pocas tendrán el lujo de lucir en sus muñecas, y que a pesar de lo difícil que es darme en el gusto, en cosas que no voy a comprar, quedé con la boca abierta.